Introducción: por qué hablar de litio ahora
Desde hace algunos años tengo al litio en mi «radar de suplementos». Empecé a fijarme en él cuando surgieron los primeros ensayos, tras sospecharse que podía frenar —incluso revertir— el deterioro cognitivo y que su déficit podría estar implicado en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Párkinson.
Como ocurre con muchas moléculas de interés para la salud, al principio la evidencia es escasa: hay pocos estudios o no están bien diseñados, los periodos de observación son muy cortos, se trabaja solo con animales o, en humanos, con muestras muy pequeñas.
A pesar de que las redes, a las primeras de cambio, se inundan de gente promoviendo el uso de moléculas —hay que hablar de algo en internet y, a ser posible, llamar mucho la atención—, creo que el principio de prudencia debe aplicarse siempre. Sin evidencia seria de eficacia y seguridad, no se debería recomendar el consumo de ningún suplemento.
Este ha sido uno de los motivos por los que nunca he hablado del litio. Pero la situación ha cambiado a raíz de un estudio reciente (agosto de 2025) de la Universidad de Harvard sobre la relación entre el déficit de litio y las enfermedades neurodegenerativas.
Ha llegado el momento de escribir sobre él y, como siempre, empecemos por el principio.
Qué es el litio y su estatus «nutricional»
El litio (Li) es un metal alcalino presente en la corteza terrestre. En nuestro organismo circula como ión Li⁺ y lo obtenemos principalmente del agua y de los alimentos cultivados (vegetales y cereales).
No es un «nutriente esencial» y, por tanto, las autoridades no han establecido ingestas de referencia. Sin embargo, como veremos, debido a sus acciones biológicas en el organismo, algunos investigadores han propuesto una ingesta mínima diaria.
Qué hace el litio en el organismo: seis funciones clave
En cantidades muy pequeñas, el litio actúa como un «ajustador fino» de varias funciones celulares y “toca” rutas que influyen en el cerebro, los ritmos biológicos, el metabolismo celular y la inmunidad. Vamos a verlas.
- Ajusta el reloj interno (sueño, ritmos diurnos).
El litio frena una proteína-interruptor, GSK-3β, que participa en el reloj biológico. Con ello puede modular la amplitud y el periodo de los ritmos circadianos, pieza básica para dormir mejor y para que el cerebro funcione «a compás». La evidencia procede de estudios celulares y de personas tratadas con litio por trastorno bipolar (estudio, estudio, estudio). - Activa el “servicio de limpieza y reciclaje” celular (autofagia).
Las células necesitan reciclar piezas viejas o dañadas. El litio favorece la autofagia por una vía concreta —reduce el inositol/IP3— distinta de la famosa vía mTOR. Esto ayuda a retirar proteínas acumuladas y mitocondrias envejecidas en varios tipos celulares, especialmente en neuronas, lo cual ayuda al tratamiento de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, el Párkinson y la enfermedad de Huntington (estudio, estudio, estudio). - Cuida, mejora y aumenta las mitocondrias (energía).
En modelos celulares, el litio aumenta la masa mitocondrial y el ATP, y activa vías que promueven mitocondrias más numerosas y eficientes (vía PGC-1α, entre otras). Ya escribí detalladamente sobre la importancia de esto para la salud y la longevidad (artículo mitocondrias). Lo anterior explica parte de su potencial neuroprotector (estudio, estudio, estudio). - Favorece la plasticidad del cerebro.
Con tratamientos prolongados, se han observado aumentos de BDNF, nuestro «fertilizante cerebral» que ayuda a las neuronas a crecer y conectarse, y cambios estructurales medibles en el hipocampo, zona clave para la memoria y el aprendizaje (estudio, estudio, estudio). - Modula la inflamación.
El litio puede calmar respuestas inflamatorias excesivas en el sistema nervioso, por ejemplo reduciendo la activación de microglía y señalizaciones asociadas al complejo NLRP3 (un «botón» que dispara inflamación). Esto se ha visto en células y en modelos animales (estudio, estudio). - Frena la formación de tau y mejora el metabolismo de la glucosa.
En el punto 1 vimos que el litio inhibe GSK-3β, que no solo afecta a los ritmos circadianos: también activa en exceso la proteína tau (clave en el Alzheimer) e inhibe la enzima glucógeno sintasa (que ayuda a almacenar el exceso de glucosa en forma de glucógeno).
Es decir, al reducir la actividad de GSK-3β, el litio hace tres cosas muy interesantes: 1) mejora los ritmos circadianos; 2) impide el exceso de tau; y 3) favorece la síntesis de glucógeno y mejora la sensibilidad a la insulina, por lo que también se está estudiando como tratamiento para la diabetes tipo 2 (estudio, estudio, estudio).
En resumen: limpieza/autofagia (menos «atascos» dentro de la célula) + energía/mitocondrias (más «batería» y neuronas más resistentes) + menos inflamación (entorno menos hostil para las neuronas) + mejor función cerebral (más neuronas, mejor conectadas y más memoria y cognición) + reloj biológico afinado (células mejor sincronizadas para reparar y rendir) + menos proteínas dañinas (menos señales químicas que favorecen el deterioro).
Toda una «caja de herramientas» que explica por qué el litio podría proteger al cerebro y ayudar a prevenir o mejorar Alzheimer y Párkinson.

Evidencia en Alzheimer: estudios poblacionales vs. ensayos clínicos
Cuando hablamos de Alzheimer, cualquier pista cuenta. Con el litio hay dos capas de evidencia que, juntas, dibujan una historia interesante: lo que se observa en la población y lo que muestran los ensayos clínicos en personas.
Estudio poblacional en Dinamarca (2017)
En 2017, en Dinamarca, tras la evidencia previa en células y animales, se hicieron la siguiente pregunta: ¿un nivel más alto de litio en el agua potable se asocia con una menor incidencia de demencia? Para responderla diseñaron un estudio: analizaron durante 18 años datos de unos 75.000 pacientes con demencia y 700.000 controles sanos, estimando su exposición al litio según la cantidad presente en el agua de su municipio de residencia.
Resultado: las zonas con más litio natural en el agua potable tendían a registrar menos casos nuevos a lo largo del tiempo.
Ahora bien, los estudios observacionales no prueban causa-efecto (la correlación no indica causalidad). Que dos hechos coincidan no implica que uno cause el otro. Para avanzar hace falta un paso más: ensayos clínicos en humanos.
Ensayos en personas
Cuando se probó litio en dosis bajas y durante tiempo suficiente, los resultados fueron mejores que en ensayos muy cortos. En personas mayores con deterioro cognitivo leve, un ensayo aleatorizado de 12 meses observó menos empeoramiento cognitivo y una disminución significativa de la proteína tau en el líquido cefalorraquídeo frente a placebo (estudio).
En pacientes con Alzheimer ya establecido, un ensayo pequeño con microdosis (0,3 mg de litio elemental) durante 15 meses mostró estabilización frente al descenso del grupo control, especialmente a partir del tercer mes (estudio).
Evidencia en Parkinson
Cuando hablamos de párkinson, pensamos en neuronas dopaminérgicas que se van perdiendo y en la acumulación de proteínas (como la alfa-sinucleína) que atascan la célula. Ya en 2012 se vio que el litio puede prevenir tanto la acumulación de alfa-sinucleína (estudio) como la neurodegeneración, protegiendo contra la muerte celular en un modelo animal (estudio).
En humanos, la evidencia aún no es “apabullante”, pero hay ensayos interesantes que resaltan su efecto inhibitorio sobre el estrés oxidativo, la inflamación y la vía glutamatérgica, con pocos efectos adversos a dosis bajas (estudio).
En 2023, 16 personas con párkinson recibieron, a diario durante 6 meses, tres pautas posibles: dosis alta (150 mg de carbonato de litio = 28 mg de litio elemental), dosis media (45 mg de aspartato de litio = 2,25 mg de litio) o dosis baja (15 mg de aspartato de litio = 0,75 mg de litio).
¿Qué pasó? La dosis media fue la más efectiva: hubo más expresión de Nurr1 y SOD1 (dos objetivos de neuroprotección) y reducción de neurofilamento ligero (NfL), un marcador de daño neuronal. El “pero” fue la tolerancia: a esa dosis, un 33 % de los pacientes se retiraron del estudio por efectos secundarios (estudio, estudio).

Mitocondrias y litio: la pieza que conecta la evidencia
Como explico en mi artículo sobre la gran importancia de las mitocondrias en la salud y el envejecimiento, las enfermedades neurodegenerativas —como Alzheimer, Párkinson, Huntington o esclerosis lateral amiotrófica (ELA)— están estrechamente relacionadas con alteraciones mitocondriales (estudio).
La relación entre el litio y las mitocondrias es el típico caso en el que una molécula resulta clínicamente eficaz, pero los mecanismos de acción no se conocen con certeza. Sabemos que el litio tiene efectos sobre la biología mitocondrial, aumentando la cantidad de mitocondrias (estudio) y protegiéndolas contra el daño (estudio); lo que no está claro es cómo lo hace.
Dado el papel energético de la mitocondria en procesos neuronales —liberación y recaptación de neurotransmisores, actividad eléctrica neuronal, comunicación neurona-glía—, es muy plausible que el litio actúe a través de la mitocondria, y que parte de su eficacia en estas enfermedades se deba a modular procesos mitocondriales. En otras palabras, es muy posible que la mitocondria sea la diana del litio y que el litio funcione en esos casos precisamente por su efecto mitocondrial.
Estudio esperanzador de Harvard (Nature) sobre el litio y Alzheimer
El Alzheimer no solo es una de las enfermedades más tristes y discapacitantes de nuestros días; además, es en la que menos hemos avanzado en el conocimiento de sus causas y en tratamientos farmacológicos (muy caros y poco eficaces). Pero nunca hay que perder la esperanza: afortunadamente, la ciencia no se detiene.
Hace menos de un mes (agosto de 2025) se ha publicado un estudio en la revista Nature sobre el Alzheimer, en mi opinión uno de los más interesantes de los últimos años. El equipo de Harvard y colaboradores quiso saber si, mucho antes de los síntomas, el cerebro pierde algún «micronutriente» clave.
Analizaron 27 metales en muestras de cerebro humano de tres grupos de personas (sin deterioro, con deterioro cognitivo leve y con Alzheimer) y siguieron la pista del litio «natural» del cerebro.
Hallazgos:
- Menos litio en el cerebro ya en fases tempranas.
En personas con deterioro cognitivo leve (antesala frecuente del Alzheimer) el litio cerebral estaba más bajo; en Alzheimer bajaba aún más. - El amiloide “se queda” con el litio.
Parte del litio se queda atrapado en las placas de amiloide (una de las señas del Alzheimer), lo que reduce su disponibilidad para las células sanas. Cuando miraron zonas sin placa, el litio libre era más bajo y esto se asociaba a peor memoria. - Si bajas el litio en la dieta de ratones, el cerebro empeora.
En modelos de Alzheimer y en ratones mayores sanos, reducir a la mitad el litio cerebral aumentó el amiloide y la tau «mal marcada», activó la inflamación del cerebro, se perdieron sinapsis y mielina, y empeoró la memoria. Al reponer microdosis con orotato de litio revirtieron patología y memoria. También bloquear GSK-3β (una de las cosas que hace el litio, como ya vimos) corrigió varios efectos. - Reponer litio en “microdosis” funcionó en ratones… pero no con cualquier sal.
Probaron dos sales: carbonato de litio (la que se usa en psiquiatría para el trastorno bipolar) y orotato de litio. A dosis muy bajas (pensadas para imitar niveles «fisiológicos», no de fármaco), el orotato redujo placas y tau, calmó la inflamación, mejoró sinapsis y recuperó la memoria. Con carbonato, a esa dosis baja, no se vio el mismo efecto. ¿Por qué? Porque el carbonato se une más al amiloide y «se pierde» en las placas; el orotato se une menos y llega mejor al tejido sano. - Seguridad en animales (a esa dosis baja).
Con esas microdosis, en ratones no detectaron alteraciones de riñón ni tiroides (parámetros básicos).
El líder de la investigación, Bruce A. Yankner, compara el cerebro con Alzheimer con un campo de batalla debido a la destrucción que hay, y explica que «la deficiencia de litio es la falla en la comunicación que conduce a la guerra. (…) La deficiencia de litio es un posible mecanismo común para la degeneración multisistémica del cerebro que da lugar a la demencia. (…) La idea de que la deficiencia de litio podría ser una causa de la enfermedad de Alzheimer es nueva y sugiere un enfoque terapéutico diferente. (…) Nuestro análisis de los genes cerebrales sugiere que todos los tipos principales de neuronas se ven afectados por el litio».
Dosis en humanos
Dosis altas de litio en psiquiatría
En psiquiatría, el litio se usa desde hace muchos años como estabilizador del ánimo. Se emplea para tratar la manía y, sobre todo, para prevenir recaídas en el trastorno bipolar. Además, cuenta con evidencia de reducción del riesgo de suicidio.
La sal utilizada es el carbonato de litio, en dosis aproximadas de 300–1200 mg/día (56–188 mg de litio elemental). No obstante, como medicamento no se pauta en mg/día, sino que se ajusta por niveles en sangre (alrededor de 0,6–1,2 mmol/l). Tiene margen terapéutico estrecho: poca diferencia entre lo que funciona y lo que puede dar problemas. A estas dosis altas existen efectos secundarios a tener en cuenta:
- Tiroides: el litio puede frenar la función tiroidea y elevar anticuerpos; es relativamente frecuente ver hipotiroidismo o bocio, por lo que se controla la TSH de forma regular.
- Riñón: puede producir mucha sed y orinar en exceso por una diabetes insípida nefrogénica; con los años se asocia a más riesgo de enfermedad renal crónica, especialmente con tratamientos largos y niveles altos.
- Calcio/paratiroides: en una minoría sube el calcio y aparece hiperparatiroidismo.
Dosis de litio en Alzheimer estudiadas hasta 2024
A lo largo de estos años se han realizado estudios con una amplia variedad de dosis, desde altas (emulando las usadas en psiquiatría) hasta muy bajas. Todas han mostrado beneficios, pero conviene tener presentes dos hechos importantes:
- Importa más la consistencia y la regularidad en la suplementación que la dosis en sí.
- Las dosis muy altas conllevan muchos más efectos secundarios.
En síntesis:
- Dosis altas (“psiquiátricas”) a corto plazo (< 3 meses): no funcionan (estudio).
- Dosis altas a largo plazo (> 12 meses): funcionan, pero con efectos secundarios (estudio, estudio).
- Dosis muy bajas (0,3 mg de litio elemental) a largo plazo (> 15 meses): funcionan y sin efectos secundarios; además, a partir del tercer mes ya se notan mejoras (estudio, estudio).
Cómo «replicar» el estudio Harvard/Nature 2025 en humanos (microdosis)
En cuanto a dosificación, lo que nos revela este nuevo estudio es que basta con mantener niveles fisiológicos de litio endógeno mediante microdosis de orotato de litio para restaurar la memoria y frenar o revertir varios rasgos de la enfermedad (reducción de placas amiloides y ovillos de tau, y mejora de la limpieza microglial).
La prueba de las microdosis se realizó en ratones. Esas dosis «fisiológicas» en humanos corresponderían a 0,06 mg de litio (1,4 mg de orotato de litio).
Es un buen punto de partida para seguir investigando y comprobar si este beneficio puede ser mayor aumentando la dosis —como se ha visto en estudios anteriores— para pasar de microdosis a dosis bajas o muy bajas.
Mi suplementación con litio: cuatro rangos de dosis y mi elección
Primero, indicar tres cosas:
- Tengo antecedentes familiares de Alzheimer y predisposición genética comprobada (variante APOE3/4).
- Me suplemento con litio diariamente desde agosto de 2025, cuando leí el estudio de Harvard.
- No solo tomo litio: cuido alimentación, ejercicio y sueño…
Segundo, vamos a separar las dosis en cuatro grupos:
- Dosis altas: > 40 mg de litio elemental/día. Las usadas en psiquiatría.
- Dosis bajas: 5 mg de litio elemental. Usadas en cápsulas en algunos suplementos de venta libre.
- Dosis muy bajas: 0,3–0,5 mg de litio. Comprobadas que funcionan.
- Microdosis: 0,06 mg de litio. Nivel fisiológico usado en el estudio de Harvard de 2025.
Mi pauta actual: uso dosis muy baja: 13 mg de orotato de litio (0,5 mg de litio elemental) al día.
¿Por qué tomo una dosis más alta que la fisiológica demostrada que funciona?
Por dos razones:
- Esa dosis fisiológica está demostrada que funciona, pero es la mínima funcional; no implica que dosis un poco más altas no puedan ser más efectivas.
- Dosis por debajo de 5 mg de litio elemental al día se consideran seguras y sin efectos secundarios (estudio, revisión); con mi dosis aún voy muy por debajo de lo comprobado como seguro (10 veces menos).
Es decir, la relación beneficio potencial/riesgo que uso para dosificar suplementos es muy alta.
Suplementos de orotato de litio en venta libre: cuánto litio aporta y cómo dosificar
Lo primero que debemos saber es que no se suplementa con litio elemental, sino en forma de sal (orotato, carbonato, sulfato…). Según la sal, varía la cantidad de litio elemental que contiene, que es lo que realmente nos interesa.
Los suplementos de venta libre suelen venir como orotato de litio (4,28 % de litio elemental) y, según el último estudio de Harvard, es la sal más eficaz para llegar al cerebro a dosis bajas.
En el mercado encontramos el orotato en dos formas principales: